RINCÓN POÉTICO

Te vas acercando, Señor
con poderosa zancada,
atravesando la noche,
buscando la madrugada.

Y cuando ya, los ciriales
anunciaban tu llegada,
un penetrante silencio
se hizo absoluto dueño
de la calle y la plaza.

Calló el murmullo del viento,
calló el susurro del agua.
Y calló el chisporroteo
del crepitar de la llama.













Callaron los corazones
de todos los que esperaban,
por no turbar la quietud
de Tú presencia sagrada.

Entonces, te miré de frente,
entonces, te miré a la cara.
Y no pude soportar
el peso de tu mirada.

Sentí el agudo pinchazo
de tu ceja traspasada.
Sentí la sangre caliente
chorreándote la cara.

Sentí el peso de tu cruz
destrozándote la espalda.
Sentí el suspiro callado
de tu sedienta garganta.

















Entonces me arrodillé.
Y levanté la mirada.
Y aunque sé, que no merezco
ni que escuches mis palabras;
quiero pedirte perdón
desde el fondo de mi alma.

Y tu no me perdonas...
... si tu amor, no me levanta...

... así permaneceré quieto.
Y encontrarán mi esqueleto
!Arrodillado a tus plantas!

Autor: Justo F. Carretero Sánchez.
Fotografías: Artesacro.es; Pasionensevilla.es