Acto seguido, el secretario D. Juan Manuel Flores Castillo procedió a dar lectura del acta del concurso en el que se leyó el nombre del ganador: Juan Pablo Barrera Muñoz.
Los contertulios Manolo Méndez e hijo procedieron a descubrir el cartel.
Permítanme ahora que viaje atrás en el tiempo e imagine como fue tomada la instantánea.
Juan Pablo salió, como solía hacer, con su equipo a cuestas. Pero ese Lunes Santo, tenía el presentimiento de que iba a ser un día especial. Había tomado ya varias fotos ese día, y algo le dijo que debía acercarse a la hermandad de la Redención. Había algo en su interior le llamaba a hacerlo.
Esperó a la cofradía junto al archivo de indias porque a esa hora de la media tarde, la luz se le antojaba perfecta. Y empezó a buscar un fondo apropiado, nada más apropiado que los muros de la catedral.
Observándolo todo, calculando cómo tendría que colocar los controles de la cámara, e incluso haciendo algunas tomas de prueba. De pronto lo vio acercarse, a paso lento, majestuosamente, con la cadencia especial que le caracteriza, al inconfundible son de su banda.
Cogió la cámara y miró a través del objetivo. Accionó el zoom, para conseguir el encuadre perfecto.
Y una vez fijado los controles, comenzó a apretar el obturador para enfocar la imagen. Entonces ocurrió…
El tiempo se detuvo en el aire fresco, quedando la brisa acariciando el rostro del Señor.
Se detuvo la cadencia del andar del costalero, acallando el susurro de su oración de esparto.
Se detuvo la música suave, en su melódico compás, dando paso al silencio.
Se detuvo rítmico vaivén de las ramas de olivo, que lentamente dejaban de cimbrearse.
Calló en su murmullo de la llama del guardabrisa. y cesó el suave rumor del terciopelo en los faldones.
Lentamente, judas acercó sus labios al rostro de Jesús para dar su beso traidor…
… y justo cuando iba a llegar a su rostro, en ese preciso instante, se abrió el obturador, y la imagen quedó impresa para siempre, en la retina de Juan Pablo y en la memoria de su cámara.
Por un brevísimo instante, Juan Pablo descubrió en el rostro del Señor, los rasgos de los Cristos de sus devociones, El Stmo, Cristo de la Exaltación y el Señor de los Gitanos.
Y reconoció en ellos, La Redención absoluta en tres momentos distintos de la Pasión.
Todo empezó con un beso,
fíjate, quien lo diría.
Que ese símbolo de amor
simbolice la traición
más grande, contra el Mesías.
Ser entregado, vendido
como pura mercancía,
que con ese simple gesto,
el contrato sellaría.
Todo empezó con un beso
fíjate, quien lo diría.
Que el bello gesto de amor
diera paso a la Pasión,
cumpliendo la profecía.
Antes de finalizar la presentación, la Tertulia entregó al fotógrafo y a la Hermandad sendos carteles enmarcados como recuerdo de dicho acto.
Para terminar el acto el Presidente de la Tertulia agradeció a la Hermandad la posibilidad de poder presentar el cartel en la iglesia de Santiago y a los pies de la Stma. virgen del Rocio. Después cedió la palabra al Hermano Mayor D. José Antonio Moncayo quién felicitó a la Tertulia por la elección del cartel, a Juan Pablo Barrera por elegir al Señor de la Redención para representar a dicho cartel y agradecer a todos los presentes su asistencia al acto y por último aprovechó para invitarnos a volver cuando quisiéramos, "las puertas de las hermandad estarán siempre abiertas para vosotros y todo aquel que desee venir".
Una vez acabado todo, y ya en la intimidad, el Hermano Mayor junto con el Presidente de la Tertulia ofrecieron a Jesús de la Redención una canastilla de flores que depositaron a los pies de la imagen del Señor.
Después nos trasladamos todos, acompañados por miembros de la junta de gobierno de la Hermandad, al barrio de Montequinto (Dos Hermanas) para degustar un rico ágape en los salones PesK2.
Fotos: Arte Sacro y Juan M. Flores Castillo
Poesía: Justo F. Carretero Sánchez
Video: Producciones Ojokenosven
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